viernes, 25 de mayo de 2012

LA VISIÓN DE UN PROFANO EN POLÍTICA



  En casi todos las sociedades o comunidades siempre existe una persona o un grupo de ellos que destacan del resto por su inteligencia, su habilidad, su capacidad de liderazgo o de ayudar al pueblo. Este destacar de esa persona es lo que la puede llevar a guiar,es decir, a gobernar a la sociedad. Ahora bien, ¿cuáles son los requisitos que debe reunir una persona para convertirse en gobernante?¿importan las opiniones de los ciudadanos y miembros de la sociedad?¿cuáles son los deseos y obligaciones de un líder?.

  A lo largo de los siglos, han surgido distintas teorías sobre el poder y diferentes personas lo han ostentado, pasando por emperadores y reyes que eran elegidos por voluntad divina, es decir, por "gracia de Dios" hasta nuestros días, donde en la mayoría de los países existe un presidente o jefe de gobierno elegido por los ciudadanos. A mi modo de ver, el gobierno del estado, cuya finalidad es garantizar el bien común de los ciudadanos, debe ser, por esta misma razón, elegido por los hombres y mujeres que componen dicha comunidad, pues no es factible que una persona, que por ejemplo, diga ser elegida por Dios, nos gobierne, ya que a quién debe proteger es a los ciudadanos y no servir a dicho ente creador.

Debemos aclarar que todos los ciudadanos son IGUALES, TODOS. Un banquero, un político o el mismísimo Papa no son más que, por ejemplo, el mendigo que pide limosna en la puerta de una iglesia, tan sólo porque sus estudios o su riqueza sean mayores. Todos los ciudadanos que componen una sociedad tienen derecho a elegir, según sus intereses, a un líder, que se encargará de su protección. Como señaló Jean Jacques Rousseau, "la base de todas las decisiones políticas es la voluntad general".
El gobernante que saldrá de la mayoría de votos ciudadanos, ha de ser respetado por todos, pues así se garantiza el bien común. No obstante, este gobierno elegido por los ciudadanos no puede hacer lo que se le antoje, sino que, conforme a Rousseau, deberá someterse a los dictados del pueblo, ya que éste es el verdadero soberano.

El poder político, pese a ostentar la autoridad, no debe interponerse entre los ciudadanos y sus derechos, como la igualdad de todos, las propiedades de cada uno o la libertad. Respecto a ésta, el gobierno debe tan sólo fijar unos parámetros para delimitar lo que es justo o no. Por ejemplo, no sería ético permitir a los ciudadanos matar a una persona, pero sí que puedan expresarse libremente, viajar o contraer matrimonio con quienes quieran. Muchas veces la ubicación de estos límites de libertad es lo que distingue a un color político de otro.

Los anarquistas sostienen, por ejemplo, que para alcanzar la plena libertad se debe acabar con las ataduras que genera el Estado. Es decir, reniegan de la necesidad de una autoridad que dicte leyes y los proteja, pues ellos mismos son autosuficientes. Rafael Barnett, un anarquista explicó muy bien los pilares de su ideología: "Hace falta curarnos el respeto a la ley. La ley no es respetable. Es el obstáculo de todo progreso real. Es una noción que se precisa abolir." Esta forma de sociedad sin Estado es inviable e insostenible, ya que sin leyes y gobernantes que regulasen la conducta de los ciudadanos se originaría numerosos conflictos.

Por ello, según la opinión que defiendo, la democracia es la mejor forma de organización social, o como citó el primer ministro británico Winston Churchill "la democracia es el peor de los sistemas políticos con excepción de los sistemas políticos restantes", es decir, que lo considera un mal menor. Esta cita es un tanto hiperbólica, pues yo no considero que todos los sistemas de gobierno sean malos y mucho menos la democracia, ya que valorando todos sus aspectos, se ciernen sobre ella muchas más luces que sombras.

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