viernes, 29 de marzo de 2013

Lisa, la kantiana

Una vez más, este profano en filosofía os escribe con el fin de contribuir a la difusión de ésta. Este mes, hablaré de un nuevo pensador:  Immanuel Kant y de la influencia de su tesis en el presente.  Entre los postulados desarrollados por el filósofo prusiano, destaca sobre todos, o al menos resulta más atractivo para mí, el de la ÉTICA.
Lo que Kant quería plantear era una ley moral universal, que fuese seguida por todas las personas en cualquier situación y ésta debía ser establecida a partir de la razón. Además, esta ley moral debería ser cumplida sin un fin, es decir, no puede existir una condición que exiga su cumplimiento (IMPERATIVO CATEGÓRICO). Así pues, “es necesario ahorrar” no podría ser un imperativo categórico, sino que sería más bien un ejemplo de imperativo hipotético puesto que si ahorras, lo haces siempre porque tienes interés, ya puede ser para irte de vacaciones, cambiar de coche, salir de fiesta,etc…
No obstante, no es necesario irse hasta el fin del mundo para encontrar ejemplos de imperativo categórico, de hecho, al menos los jóvenes y adultos de esta época, lo hemos tenido delante en nuestro día tras día en la “caja tonta” que nos hiptoniza solo con encenderla, y no es otra cosa que la famosísima serie televisiva Los Simpsons. Como todos sabéis, la familia protagonista está integrada por cinco miembros: Marge, Homer, Bart, Maggie y Lisa, y es esta última la que más nos interesa a la hora de estudiar la moral kantiana.
En el quinto episidio de la séptima temporada, durante una cena familiar, Lisa  decide hacerse vegetariana y no volver a comer carne. En este mismo capítulo, su padre Homer organiza una gran barbacoa en su casa a la que invita a todo Springfield, con un gran surtido de chorizo, costillas y un cerdo asado (una gran espicha, solo faltaba la sidra) pero todo se arruina cuando Lisa decide deshacerse de éste. Así se puede apreciar el carácter categórico de la ley moral que se impone Lisa, al no esperar recibir nada a cambio de convertirse en vegetariana, y además la autonomía con la que determina su propia conducta, sin que se le imponga; las dos características básicas que se han de cumplir para que se trate de un imperativo categórico. Además, Lisa intenta que el resto de la gente también abandone el consumo de carne, pero de haberlo conseguido, no habría hecho más que establecer un imperativo hipótetico, según el cual la gente se haría vegetariana con el mero fin de contentar a la pequeña Lisa. Otro caso similar a éste lo encontramos de nuevo en ella, cuando decide abandonar el cristianismo para adoptar el budismo como su religión, y al hacerlo no es movida por ningún interés sino porque ella misma determina su propia conducta.
Una vez planteada la diferencia entre el imperativo categórico e hipotético es fácil darse cuenta que la mayor parte de los actos que llevamos a cabo son regidos por un interés (ganar dinero, conseguir algo que deseamos, etc.), o son impuestos por terceras personas (Gobiernos, progenitores y diversas autoridades, etc.), por lo que para lograr implantar la ley moral sugerida por Kant de manera universal sería necesario un estado utópico en el que la gente ya tuviera todo lo que pueda desear, para no tener conductas en función de intereses, y en el que exista plena libertad, de forma que reinase la autonomía.
No obstante, los habitantes de este estado tendrían que estar adoctrinados para que el imperativo fuese categórico y a la vez igual para todos, lo cual supone, desde mi punto de vista, una contradicción, y algo inalcanzable.
 
 

1 comentario:

  1. Muy bien Álvaro.
    En relación a tu último reproche, Kant afirmaría, un poco al modo de Sócrates, que la ley moral surge de la razón humana, y esta es una y la misma para todos. No es preciso pues adoctrinamiento alguno. Lo que dice la razón es lo mismo para todos. Otra cosa es que muchos no se guíen por la razón sino por sus intereses.
    Saludos

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